jueves, 28 de abril de 2016

Movia Lunar Chardonnay 2008

7 abril 2016.

Movia es una bodega familiar con origen en 1700, situada entre dos tierras, una en la ZGP Brda, en Primorska, Eslovenia, y otra en la DOC Collio, en Fiuli-Venezia Giulia, Italia. Desde 1820 es propiedad de la familia Kristančič, y hoy en día Aleš Kristančič es el conductor.

La bodega pertenece a la organización La Renaissance des Apellations, formada por un buen puñado de viticultores de todo el mundo cuyo objetivo es simple: hacer vinos de terruño y con carácter, i. e., viñedos propios, prácticas ecológicas y biodinámicas, levaduras autóctonas, no modificación genética del viñedo, conservación del entorno, respeto al paisaje... Vamos, lo que deberían hacer todas.

Sin duda el vino que traemos esta vez a la mesa es un buen ejemplo de terruño y carácter: Lunar Chardonnay 2008. Cuando uno piensa en hacer un vino blanco de chardonnay de gran calidad, suele fijar inevitablemente el punto de mira en Borgoña. Sin embargo, con un par de agallas y más atrevimiento que Alonso el Bueno, al amparo de la luna llena, Aleš Kristančič nos ofrece este vino diferente a lo que uno espera de un gran chardonnay de guarda. Su rareza y su enorme calidad merecen una reseña, y para eso estamos.

La botella fue provista por Vila Viniteca.

Movia Lunar Chardonnay 2008.

Procedencia: Eslovenia > Primorska > ZGP Brda.
Coupage: chardonnay de cepas de 29 años de edad.
Elaboración: biodinámica; vendimia y despalillado manual, 9 meses de barrica en roble francés, embotellado sin filtrar durante la luna llena.
Precio: 25-35 EUR.
Puntuación media (2): 4,5.

A la vista asusta: de capa media alta y aspecto nuboso, amarillo lechoso, que recuerda por un lado al zumo de manzana roja y por otro a una sidra asturiana natural recién escanciada. No presenta burbuja, es simplemente rarísimo. (La botella presenta un poso arenoso al final que convendría decantar).

A la nariz es complejo, intenso y perfumado, abrumador, con recuerdo a sidra natural, a manzana fuji sin madurar, con un recuerdo de miel de flores blancas sobre un fondo de aromas terciarios sutil y enigmático. Pide silla y discusión.

En boca resulta franco, lo cual en este caso no ayuda mucho: es complejo y difícil. Ataca sedoso, envuelve con un volumen cálido, desarrolla una enorme longitud y tiene un final eterno. Tiene un poco de todo, y de algo más, envuelto en una deslumbrante acidez, como de pomelos maduros, marcada sobre todo en un final electrizante. Hay algo de monte, herbáceo, pero también balsámico y especiado. Para ser un vino tan viejo, es asombroso el repertorio de verdosidad y acidez que enseña, lo cual nos hace pensar que este vino estará mejor dentro de 10 o 20 años. Algunas notas recuerdan a los riesling viejos alemanes, algo de su acidez, de su reducción, de sus matices empireneumáticos... 

En suma, es un vino acongojante, incomparable, imprescindible. 

Criterio de puntuación:
5: Excepcional, complejo, único, emblemático.
4: Excelente, genuino, satisfactorio, ejemplar.
3: Bueno, recomendable, equilibrado, destacable.
2: Correcto, común.
1: Insuficiente, no recomendable.
Entre paréntesis el número de puntuaciones.

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